El anterior post se
centró en conocer cuál era la anatomía de una articulación tan compleja como es
el tobillo. Las lesiones más comunes que se suelen producir en esta
articulación son las fracturas óseas de los huesos implicados y los esguinces
de tobillo, que no es más que la rotura parcial o total de los ligamentos del
tobillo. El grado del esguince dependerá del tipo de rotura que ha sufrido el
ligamento. Serán esguinces de grado I aquellos en los que se produce un
estiramiento del ligamento incluso con alguna pequeña microrrotura pero que no
compromete la estabilidad de la articulación. Será un esguince de grado II
aquellos en que hay ruptura parcial del ligamento y provoca inestabilidad en la
articulación, provocando que las funciones del tobillo queden limitadas. Será
esguince de grado III aquellos que producen una ruptura total del ligamento
limitando por completo la funcionalidad del tobillo, y por lo tanto siendo
inestable.
Como expone
(Moraes, 2003) en un estudio realizado al 91% de los jugadores de la NBA en un
periodo comprendido entre las temporadas 88/92, los jugadores que sufrieron
lesiones del miembro inferior fueron de 2130
de los cuales un total de 537 fueron lesiones en el tobillo.
En primer lugar,
una vez producida la lesión el primer paso será siempre la aplicación de hielo
en la zona afectada que debe durar en torno a las 72h, y pasadas las 24h un vendaje activo. A su vez, Debemos ponernos en manos de los
profesionales al respecto. Los traumatólogos valorarán la lesión del
deportista, y posteriormente los fisioterapeutas ayudarán a dotar de funcionalidad a la
articulación. Una vez pasados estos pasos, nos tendremos que centrar en la
rehabilitación de la articulación, tanto a nivel muscular como también a nivel
ligamentoso. Para ello, podremos realizar una serie de ejercicios que nos
ayudarán a que la recuperación sea lo más pronta posible.
Como bien expone
(Hall, 2006) el tobillo desempeña unas funciones fundamentales como son la
adaptación a terrenos irregulares, absorber choques, absorber la rotación de la
extremidad inferior y aportar una palanca rígida que favorezca una propulsión
eficaz. Es por ello que será necesario una rehabilitación motriz adecuada para
que el tobillo pueda desempeñar de nuevo dichas funciones sin quedar
comprometida. Para ello, los ejercicios que debemos realizar irán encaminados a
conseguir un aumento de la fuerza de músculos soporte del tobillo como el
peroneo lateral corto y largo, el peroneo anterior, el tibial anterior, el
tibial posterior, el soleo y los gemelos.
A continuación
expondremos algunos ejercicios esenciales para lograr la recuperación del
tobillo afectado. Dichos ejercicios buscarán no solo mejorar la musculatura del
tobillo, ligeramente atrofiada si no también favorecer la propiocepción del
tobillo, consiguiendo así una mejor respuesta del tobillo ante los estímulos
externos.
Bibliografía
Bahr.
(2004). Lesiones deportivas; diagnóstico, tratamiento y rehabilitación.
Madrid: Panamericana.
Bruno, G. (2014). Anatomia Humana Descriptiva,
topográfica y funcional. Madrid: Libertad Digital.
Carrie M. Hall, L. T. (2006). Ejercicio
terapeútico, recuperación funcional. Barcelona: Paidotribo.
Chu, D. A. (2006). Ejercicios pliométricos.
Madrid: Paidotribo.
García Soidán, J. y. (2003). Análisis de las
lesiones más frecuentes en pruebas de velocidad, medio fondo y fondo. Revista
Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte,
vol. 3, 260-270.
Lloret, M. (2002). 1020 Ejercicios y actividades
de readaptación motriz. Madrid: Paidotribo.
Menezes, P. J. (20 de Marzo de 15). EFdeportes.
Obtenido de EFDeportes: www.efdeportes.com
Neumann, D. A. (2010). Fundamentos de rehabilitación
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Saladin, K. S. (2012). Anatomía y fisiología.
Madrid: Mc Graw Hill.
Tribastone, F. (2000). Compendio de gimnasia
correctiva. Barcelona: Paidotribo.
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