martes, 12 de enero de 2016

Entrenamiento en superficies inestables (I)

A lo largo de los últimos años se está comenzado a utilizar el entrenamiento con superficies inestables no solo como una forma de recuperación y rehabilitación de lesiones, sino también como una forma de mejorar la condición física relacionada con la salud y con el rendimiento. Se entiende como entrenamiento inestable aquel que trata de mejorar la calidad de vida a través del desarrollo de la fuerza, resistencia, flexibilidad, velocidad y coordinación añadiendo la dificultad que posee el sujeto para mantener el ejercicio.

La actividad física sobre superficies inestables supone la activación de no solo la musculatura del Core, sino también de la musculatura agonista y sinergista de la porción corporal que esté sufriendo la inestabilidad.

¿Cómo se produce la activación muscular debido a las superficies inestables?

Los receptores neurales que encontramos tanto en la musculatura, en los tendones y en las articulaciones son los principales responsables de esta activación muscular. Dichos receptores reciben las situaciones inestables enviando un mensaje al sistema nervioso central que enviará señales para activar la musculatura necesaria para poder mantener la situación de equilibrio corporal. Dichos receptores son:

Órgano tendinoso de Golgi. Situado en los tendones musculares se encargan de recibir la información de tensión del musculo en cuestión sobre el tendón.
Husos musculares. Situados en el vientre muscular, se encarga de conocer el grado de tensión y estiramiento del musculo.
Receptores articulares de Ruffini. Se encargan de recibir la información de las modificaciones de posición de las articulaciones.


¿Qué instrumentos podremos usar para trabajar en superficies inestables?


¿Qué beneficios podemos obtener con el entrenamiento con superficies inestables?

La situación inestable provoca una activación mayor del Core frente a ejercicios en situaciones estables. Esto supone una mejora del Core que nos ayudara a prevenir lesiones de espalda y dolores lumbares.

Reduce el % de lesiones deportivas.

A su vez, favorece la rehabilitación deportiva de lesiones.

Se produce una mayor activación de la musculatura estabilizadora.

Se mejora el equilibrio.

Bibliografia

Bruno, G. (2014). Anatomia Humana Descriptiva, topográfica y funcional. Madrid: Libertad Digital.

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Izquierdo, M. (2008). Biomecánica y bases neuromusculares de la actividad física y del deporte. Madrid: Panamericana.

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